Podría sonar paradójico que
alguien mencione siquiera que la Masonería debe hacerse más humana si
justamente sus principios universales son la promoción de los derechos del
ciudadano y de los derechos humanos.
Sin embargo, muchos estarán de
acuerdo con nosotros cuando afirmamos que hay uno que otro Taller cuyos
resortes de “Trabajo” poco o nada tienen que ver con los supuestos básicos de
una Logia Masónica.
En una reciente reunión
acordamos con algunos Hermanos que la base primordial de la Masonería es a lo
menos la lucha constante por la democracia y la libertad emanada de ella con la
construcción de un Estado capaz de satisfacer, o de apoyar cuando menos, el
cubrimiento de las necesidades básicas de sus ciudadanos en temas como
educación, salud, vivienda, empleo digno y otras cosas.
Desde estas premisas básicas cada
escuela o institución masónica parte hacia lo suyo.
Ahora vamos a lo siguiente: en
América Latina y en muchas otras regiones del mundo el Estado no cumple con
esos mínimos que mencionamos. Al contrario, estamos lejos de llegar a tener
estas garantías sociales para todos. En relación a lo anterior nos encontramos
con Hermanos Masones que al ingresar a la Orden Masónica pueden hacerse cargo
de sus compromisos económicos con su Logia sin ningún problema, pero que un día
caen en la desgracia de la pobreza y son arrojados a vivir a difíciles
circunstancias como aquella en la que no pueden más volver a su Taller por esta
razón.
También, hemos visto Hermanos
que contraen serios problemas de salud, o envejecen, y son olvidados
de forma absoluta. Ocurre que su vida masónica acaba abruptamente sin desearlo;
son arrojados a la indiferencia y al abandono masónicos y nadie vuelve a tener
memoria de ellos. A pesar que muchos de estos Hermanos contribuyeron al
engrandecimiento y sostenimiento de la institucionalidad Masónica durante
muchos años con su esfuerzo, con su dinero, con su sacrificio... son
abandonados a su suerte.
Y podríamos enumerar muchas
otras situaciones complejas que se presentan en los Talleres que cuestionan de
forma directa nuestra forma de ejercer la fraternidad.
En las Logias en que esto
ocurre, vemos que unos y otros están interesados en muchas otras cosas que en
ser solidarios de forma genuina. Por ejemplo, vemos cada día al Hermano que
está interesado en la Veneratura y que en virtud de ello todo lo que no le
sirva en sus aspiraciones, es apartado de sus intereses.
En otras Logias priman los
negocios y los intereses sociales, o sea, que puede llegar a ser un escenario -
herramienta de movilidad social y económica individual que va de un estado de
cosas material a otro. En ello hemos visto que los personajes que así utilizan
a la Orden para nada se hacen conscientes de los principios de tipo espiritual
o el conocimiento trascendente que hace parte de los Trabajos Masónicos.
Por supuesto, suponemos que la
mayor parte de los Talleres son muy solidarios y lo decimos sin conocerlos a
todos por imposible que ello es. Hablamos por las Logias que hemos visto y que
han llegado al punto en que la membrecía se basa en apariencias sociales, en la
posición profana y en la capacidad de modificar la vida de un individuo
interesado en todo menos que en su progreso espiritual.
Cuando la Logia se vuelve club
social ya no es Masonería ni es Logia en sí misma. Cuando se despoja de sus
altos intereses de desarrollo humano, ya no sabemos qué es, pero no es
Masonería. Tal vez sea un grupo de personajes reunidos desarrollando una farsa.
A los Masones que trabajamos
en superar las taras de este mundo no debe preocuparnos esta situación, en
especial, porque hay muy poco que podamos hacer en términos generales. Lo único
que verdaderamente podemos pensar es en aplicar el humanismo de forma directa
en nuestras agrupaciones Masónicas: visitar constantemente a los Hermanos
enfermos hospitalizados, visitar a nuestros ancianos y llevarles una Ten:. a
su lugar de residencia, solidarizarnos con el Hermano desempleado y con su
familia, ejercer actos de generosidad con el Hermano que por fuerza mayor no
puede pagar su capitación mensual o anual, no olvidar jamás a la viuda y a
nuestros Sobrinos, etc. Y cuando esto sea seguido de forma puntual, porque
primero empezamos por casa, luego será natural pensar en la sociedad profana en
la cual todas las tragedias ocurren, en especial en nuestros países
tercermundistas.
Hay mucho qué hacer Hermanos
por la Humanidad todavía. Para nosotros Bolívar, Santander, San Martín,
Garibaldi y otros próceres fueron muy importantes para nuestros países, pero
hoy día el ejemplo de ellos solamente sirve si decidimos hacer algo por los
Hermanos y por la sociedad profana en este momento. No se puede vivir de las
glorias pasadas aunque ellas muestren caminos... El espíritu Masónico y
patriótico y el saber histórico es apenas una de las herramientas del Hermano
porque se parte de los supuestos de que todo Masón es republicano y demócrata
sin importar de qué organización Masónica viene.
En oposición, la Masonería no
es una escalera para lograr de forma egoísta honores sociales profanos ni
masónicos o de cualquier otro tipo. Quien busca honores tampoco ha comprendido
que es justamente la destrucción de la vanidad, de la antifraternidad y de la
falta de humildad lo que busca la verdadera Masonería. Los Grados y otros
lugares que destacan al Hermano funcionan en la dirección de reconocerle a un
Masón una carrera en la búsqueda de la verdad y en la construcción de su
humildad.
Tampoco es la Masonería una
bolsa de empleo porque quien llega a la Orden debe tener un mínimo de
equilibrio en todos sus aspectos. ¿Por qué? Porque no podemos rehabilitar
personas con problemáticas de diverso tipo puesto que para eso es necesario
promover otro tipo de instituciones sociales, incluso desde el Estado, como
hemos manifestado.
Por último, es muy entretenido
ver personajes que de una o de otra forma han llegado a la obtención de altos
grados en sus instituciones masónicas y sus egos insuflados por esta razón se desbordan
en sus miradas y en su forma de hacer las cosas. Estos no han entendido que la
Masonería es una matriz social Iniciática que enseña y otorga determinados
conocimientos y prácticas a lo que el Masón debe dedicarse en su fuero
interior. El Trabajo alquímico más arduo es justamente el propio y la derrota
de la soberbia es el primer objetivo deseable.
A la Logia se acude con
humildad y sencillez, se acude a aprender y a meditar. Se aprender a callar y a
moderar respetuosamente el verbo. Cuando la arrogancia asiste a la Logia es un
signo de que hay muchas cosas por hacer. Cuando la humildad aparece
genuinamente podremos ayudar a otros, pero primero lo primero y eso es que
debemos aprender a bajar la cabeza ante el dolor del mundo, ante las enormes
tragedias que nuestra Humanidad a diario tiene que soportar y ante las duras
circunstancias que un Hermano pueda vivir.
De lo que nos lamentamos
profundamente es de aquellos personajes que tienen comportamientos
utilitaristas con respecto a la Masonería. Lo que podemos afirmar es que con
ese tipo de actitud muy difícilmente la Orden abrirá sus secretos para que sean
conocidos por quien no lo merece porque ello es una vivencia, un estado de ser
y no una premisa meramente intelectual.
Decimos desde esta esquina del
mundo que la verdadera Masonería pretende en sus presupuestos más elementales
que nos convirtamos en seres sensibles socialmente y todo ello parte de la
construcción interna de una visión y de un sentir profundamente humanos. Todo
lo que no esté relacionado con esto, es más club social que cualquier otra
cosa.
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